Es difícil enfrentar los desafíos de la vida sin conocer lo que tenemos que hacer, a dónde podemos acudir y cuáles podrían ser las consecuencias de las decisiones que tomemos. A veces necesitamos una guía y dirección para conquistar nuevos retos. Por supuesto, se requiere el apoyo de diferentes recursos para alcanzar las metas que nos trazamos o simplemente para cumplir con los roles básicos que tenemos. Por ejemplo, qué vamos a estudiar, estaré listo(a) para el matrimonio, cómo puedo mejorar mi vida espiritual, qué herramientas son útiles para emprender un negocio o qué tengo que hacer para criar a mis hijos.
En diversos momentos de mi vida he tenido la oportunidad de contar con mentores que me han guiado a nivel académico, espiritual, profesional y personal. En el ámbito laboral, he participado de procesos de mentoría que me ayudaron a planificar y desarrollar proyectos de forma más efectiva. Creo que no nacemos sabiendo y que todos necesitamos guías que nos ayuden en nuestra formación. El apoyo que recibamos será de gran beneficio por eso es que existen los mentores, ya sea el "Coach" que estudia y se certifica como tal o personas que tienen la experiencia con relación a lo que queremos lograr. Entonces, ¿por qué y para qué un mentor? Sencillo, deseamos tener éxito y ese mentor o mentora nos dirá cómo lo han hecho otros, qué les ha funcionado y qué no es efectivo. Claro, nada está escrito en piedra, por lo tanto, es bueno orientarse, leer, escuchar testimonios y luego tomar nuestras decisiones. Solamente nosotros tendremos que asumir las consecuencias de cada paso que demos.
Hay varios factores que, personalmente, considero a la hora de seleccionar un mentor. Lo primero es que sea accesible, que tenga experiencia en el tema que me va a aconsejar, que se muestre humano (me refiero a fortalezas y debilidades), que esté dispuesto a compartir tanto lo positivo como lo negativo que ha vivido y que me recomiende o conecte con recursos (páginas de Internet, libros, conferencias, talleres, etc.) o personas que aporten a mi misión de vida. Aquí algunas recomendaciones:
- Vida estudiantil - los orientadores o consejeros escolares, los trabajadores sociales y sin duda alguna los maestros y profesores son vitales a la hora de orientarnos sobre temas académicos y profesionales. También los directores de escuela o directores de los departamentos académicos en las universidades pueden ser excelentes mentores. Sin embargo, también otro estudiante que ya haya pasado por los procesos que vives puede ser un gran aliado y hasta te dará tutorías en materias que así lo requieran.
- Noviazgo y matrimonio - aquí siempre recomiendo tener matrimonios que tengan más experiencia para que compartan sus historias. Podemos aprender mucho de lo que les ha funcionado y también de los errores que han cometido. No obstante, tener un consejero matrimonial, la asesoría pastoral o de un sicólogo también puede ayudar mucho.
- Empresarial - busca otros empresarios, ya sea en tu país como en el extranjero, lee libros sobre personas que han tenido éxito en los negocios, únete a grupos profesionales y organizaciones que agrupan personas con tus intereses.
- Personal - si tienes los recursos para contratar un "coach de vida" es una buena opción. En el ámbito espíritual, busca un líder que pueda guiarte y compartir sus experiencias contigo. Si necesitas orientación financiera muchos bancos tienen asesores gratuitos que te pueden guiar. A nivel emocional o en momentos de crisis también un sicólogo y un siquiatra aportan positivamente. Los grupos de apoyo hacen la diferencia en la vida de los que están pasando por procesos similares.
Siempre tenemos oportunidad de aprender y crecer, busquemos los recursos para hacerlo de forma efectiva y ¿por qué no?, también compartamos lo que hemos aprendido, seamos mentores.