Para mí no debía ser complicado eso de las mezclas culturales, pues los puertorriqueños somos producto del mestizaje. Más aún en mi caso crecí con un padre dominicano y una madre puertorriqueña, o sea, que la mezcla es mayor. Lo que jamás imaginé fue terminar casada con alguien que no fuera de Puerto Rico y de cierta forma, repetir la historia de mi mamá. Menos con un mexicano, pues para mí los mexicanos eran machistas. De eso les hablaré otro día. Ahora bien, si es un reto comenzar tu vida con alguien que tiene tu misma cultura es más retante hacerlo con una persona de otro país. Gracias a Dios hablamos el mismo idioma, aunque él habla español mexicano, latinoamericano y por supuesto el inglés. Yo hablo español puertorriqueño y algunas palabras dominicanas. El inglés lo mastico. Así que entendernos no debería ser muy complejo. Sin embargo, en nuestras conversaciones siempre está presente la necesidad de pedir que expliquemos palabras, frases y refranes. También tenemos que explicar por qué actuamos de x o y manera.
Por lo general nos reimos de las diferencias, pero recuerdo un día que hablamos por teléfono y cuando fue a enganchar me dijo: "hablamos al rato" y no me llamó hasta el otro día. Yo me molesté mucho, pues me quedé esperando la llamada. Para mí hablar al rato es en poco tiempo, minutos u horas. Para él hablar al rato puede ser al otro día o en varios días. Ya en la convivencia se suma el factor de los nombres que le damos a la comida. Por ejemplo, al guineo le dicen plátano y pues he tenido que aprender a decir plátano macho para referirme a lo que en Puerto Rico es plátano verde. A la batata le dicen camote y los otros días no me acordaba de cómo se llamaba en Puerto Rico, tuve que ir a Google para recordar. ¡Ja,ja,ja! He adoptado muchas frases mexicanas y latinoamericanas. A veces me escucho hablar y me sorprendo. Me salen espontáneas.
Ahora que me mudé a California no solamente estoy aprendiendo a vivir con un mexicano, sino también a compartir con otros latinoamericanos y sus diferentes culturas. Eso implica el comer comidas diferentes a las que estaba acostumbrada. Claro, en mi casa comemos más puertorriqueño, pues yo soy la que casi siempre cocino. Sin embargo, mi esposo incorpora el chile a muchas de las comidas que le hago. Yo no como nada picante, no me gusta y me cae mal a mi estómago. Cuando comemos fuera siempre pregunto si pica. Ojo: si un mexicano te dice que algo no pica no le creas ¡ja,ja,ja! Para ellos nada pica. Ahora cada vez que quiero saber si algo es picante le digo a mi esposo que lo pruebe y me diga. Hay muchas otras cosas que podría compartirles, pero ya lo haré más adelante. Por ahora les puedo decir que vivir con un extranjero es toda una aventura y que soy muy afortunada de haber encontrado un hombre maravilloso, detallista y que busca siempre mi bienestar.
Lindo me encanta, así como tu! ♡
Love you mi aprendiz de poeta!
Yo vivo con un extranjero desde hace más de 10 años. Es complicado a veces, pero comosiempre, si hay amor se superan esas dificultades.
NO sabía que te habías mudado, ¿qué tal te va en USA?
Ah qué bien, no sabía que vivías con un extranjero, pues ya me uní al equipo. Realmente la adaptación ha sido muy buena, me va bien gracias a Dios. Estoy estudiando para mejorar mi inglés y conseguir un buen trabajo. Extraño mi Isla y no la cambio por nada. Me mudé acá porque mi esposo vivía en California, pero nunca ha sido mi sueño estar lejos de mi patria.