El divorcio es como una muerte en vida. Es una pérdida muy difícil, sin duda alguna. Cuando un ser amado muere hay un proceso de despedida que permite recordar los mejores momentos vividos al lado del que ya no está. Sin embargo, en el divorcio no hay un cadáver que enterrar y, por lo general, lo que más se recuerdan son las vivencias de dolor. Luego de esa tragedia lo menos que queremos pensar es en el amor. Ponemos barreras gigantescas para evitar más dolor.
Abrir el corazón es bien difícil, más cuando no se ha sanado. Y ese proceso de sanación no ocurre de la noche a la mañana. Lamentablemente para muchos ni siquiera se llega a completar y viven con odio, resentimiento y una profunda tristeza que les impide ser felices y rehacer sus vidas. Ahí está la verdadera tragedia. En algunos casos ni la persona vive ni deja vivir a los demás. Definitivamente eso tiene que cambiar.
En mi caso, gracias a Dios, el proceso de sanidad comenzó el mismo día del divorcio. Ya les conté anteriormente porqué decidí perdonar a mi ex. Quería estar en paz de manera que pudiera reencontrarme conmigo misma y si en algún momento llegaba nuevamente el amor lo pudiera recibir con los brazos abiertos. No obstante, estaba renuente ante esa posibilidad. Quería seguir disfrutando de la soledad y así lo hice. Fueron 14 años de relación entre amistad, noviazgo y matrimonio. No era fácil volver a tener una relación. Sin embargo, cuando menos lo esperaba llegó el amor. En ese momento me dio terror. Sí, ¡¡TERROR!! No quería desilusionarme y sufrir nuevamente. Meses después del divorcio, mi ex comenzó una nueva relación. Por lo tanto, esas puertas estaban completamente cerradas. Así que compartí con varios amigos, sin ningún interés, pero el amor llegó de la forma que menos imaginé. Incluso, fue una manera que yo no apoyaba. Eso me llevó a enfrentar no solo mis miedos, sino también mis paradigmas, esas normas que para mí debían ser lo usual, lo tradicional.
Me enamoré de un bloguero, de otra nacionalidad que vivía en Estados Unidos a 12 horas de distancia en avión. Inicialmente, me negué a aceptarlo. Jamás hubiera querido una relación a distancia, pero así se dieron las cosas y decidí abrir mi corazón porque hay vida después del divorcio.
Claro que sí, y espero que aún en la distancia nunca dejes de vivir y disfrutar de las oportunidades que se te brinden, besos enormes de jueves Elizabeth 🙂
Bienvenida a mi espacio! Siempre mantendré mis manos abiertas, igualmente el corazón. Muchas gracias por el comentario, espero tenerte de vuelta.
Será un placer seguirte Elizabeth 🙂 besos.
Que bonito leerte. Lo que más me ha gustado de todo es el alegato al perdón...es lo mejor, vivir con resentimientos no es vivir, en el caso de un divorcio es un proceso lento ese perdón, pero cuando lo consigues te sientes muchísimo mejor. Y además, me alegro mucho que estés enamorada, que lindo, aunque sea a doce horas de distancia, el amor no entiende de eso. Te felicito por tu blog. Me gusta mucho.
Muchas gracias por tu comentario. Bienvenida a mi espacio. Así es, el perdón es la medicina perfecta para sanar el alma. Espero tenerte de vuelta y comentando otros escritos. Saludos!