Hoy más que una reflexión quiero dejar clara mi postura ante la ola criminal que arropa nuestro País.  Es lamentable que en pocos meses se hayan perdido cientos de vidas, que en un sólo fin de semana una veitena de muertes ocupen las primeras planas. Unas involucradas en negocios nebulosos, otras por la poca tolerancia que existe y algunas han muerto inocentemente ante balas que iban destinadas a otros o por violencia doméstica e infantil.

Sin embargo, el motivo de las muertes es lo de menos, lo importante es que cada día perdemos vidas, incluyendo la vida de ancianos y niños, que antes era respetada. 

Mi corazón llora ante la situación que atraviesa nuestro Puerto Rico.  Pero, me pregunto: ¿quiénes son los asesinos? Esos mismos que años atrás estuvieron nueve meses en el vientre de una madre, que nacieron con tantas ilusiones, que  jugaron inocentemente con sus amiguitos, que se enamoraron, en fin, que en su desarrollo vivieron recuerdos memorables.  Claro, algunos de ellos tuvieron una vida disfuncional, pero eso no da licencia para matar porque hoy día son más las familias disfuncionales que lo que debe ser una familia llamada funcional y feliz.

Entonces, ¿qué pasa por la mente de un criminal?, del que jugando a ser Dios le arrebata la vida a un ser que merece ser feliz, cumplir con sus sueños y metas.  Es que acaso no piensa en su familia y en la de los que pierden a un ser querido. 

Muchos hemos visto como la criminalidad ha cegado la vida de gente talentosa que tenían todo un mundo por delante.  Los hemos visto tirados en la calle, envueltos en sangre y reitero, sufrimos en nuestro corazón.

Hay una guerra en mi Isla y no es por la libertad ni la autonomía.  Es una guerra sin cuartel, donde no hay soldados, sólo víctimas. ¿Hasta cuándo?  No sé, pero necesitamos volver a los valores, al respeto por la vida, a los principios que establece la Biblia y algunos pensadores de la historia.  "No matarás.  No le hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti"... y así sucesivamente.

Juntemos un ejercito a favor del amor, de la paz, de la armonía.  Iniciemos una guerra contra la violencia, el abuso de poder y tantos otros crímenes que nos arropan. Hagamos un alto en el ajetreo diario y reflexionemos. ¿Qué harás a favor de nuestra Isla? ¿Cómo aportarás para que termine la guerra en las calles?  Es hora de mirarnos y ver en qué fallamos como pueblo. Debemos enmendar los errores pasados para evitar que el dolor y la desesperanza sean los dueños y señores de nuestro querido Puerto Rico.

Este es un grito para detener la guerra que hay en mi Isla.