El cordón umbilical es el primer canal que nos mantiene conectados y nos convierte en seres dependientes desde antes de nacer. Mientras vamos creciendo seguimos necesitando la seguridad, la guianza, el apoyo, tanto emocional como económico, de nuestros padres. Así poco a poco van entrando otras personas a la escena: hermanos, primos, amigos y parejas. De cada uno recibimos amor, cariño y aceptación o por lo menos así debe ser.  Cada una de esas relaciones se van desarrollando de manera que algunas pueden durar toda la vida. Ciertamente, es hermoso contar con los seres que amamos. Sin embargo, hay ocasiones en que las relaciones entran en un círculo vicioso donde el amor pasa a un segundo plano y la obsesión se convierte en la principal protagonista.

La dependencia vuelve a las personas en esclavas de los demás. Su vida gira en torno al otro. Piensa que sin esa otra persona no puede vivir, no podrá ser feliz y se aferra a esos pensamientos. Aunque puede ser más notable en las relaciones sentimentales o de pareja, esa dependencia puede ocurrir entre padres e hijos, hermanos y amigos. En fin, cualquier tipo de relación puede entrar en lo que se conoce como codependencia. Por lo general, son relaciones altamente enfermizas. Una de las personas se la pasa tratando de salvar al otro, de solucionarle todos los problemas, de querer agradarle aún dejando a un lado sus sueños. Lamentablemente, esto puede ocurrir de manera inconsciente, por lo que la persona lo puede ver como algo cotidiano o normal.

Ciertamente nacimos para ser parte de un grupo y vivir en comunidad, pero no podemos aferrarnos a los demás dejando a un lado lo que somos y lo que queremos ser. Ya sea una dependencia emocional o económica, nada justifica el que vivamos relaciones tormentosas que no nos hacen crecer y que nos consumen la vida. Si estás en una relación así puede que la otra persona te lastime, te haga daño y se lo permitas por evitar la separación. Si eso te está ocurriendo, busca ayuda inmediatamente. Nadie se muere al establecer límites en las relaciones, ya sea de pareja o una relación familiar. Lo que no te enriquece no vale la pena. Modificar esa conducta puede ayudarte a vivir mejor.

Ser independiente te permite amar, vivir y disfrutar plenamente, de forma saludable. Una persona independiente sabe poner un alto cuando lo que está ocurriendo le hace daño, reconoce su valor y se da su lugar. El cordón umbilical te lo cortaron al nacer, no dejes que un cordón emocional te ate a alguien que te lastima. Tú puedes valerte por ti mismo(a), da un paso al frente y disfruta de la independencia.