Deshojo una rosa, los pétalos caen al suelo y con ellos se fuga mi ilusión. Esa, que llega por vez primera y, que no vuelve. Mariposas revolotean en mi viejo estómago, los escalofríos abrigan mi arrugada piel, y no dejo de pensar en el momento de verle. Como estatua de museo, permanezco en el balcón mirando hacia el horizonte porque me niego a sufrir la soledad. Mi instinto no falla, el amor ya está cerca.
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